La confianza se gana

Al igual que no es lo mismo la potestad que la autoridad, no es lo mismo obedecer que confiar.

Ante la crisis del Coronavirus, y entrando la tercera prórroga de Estado de Alarma, ya no calan tanto los mantras de #todoirabien o “Este virus lo paramos unidos” y de cada vez más son los ciudadanos -“compatriotas” como ahora nos denomina Pedro Sánchez- que más allá del confinamiento ven una catástrofe socioeconómica de dimensiones descomunales.

Se nos dice que habrá pactos de reconstrucción, medidas de contingencia, planes Marshall y no sé cuántos nombrecitos más, pero poca confianza se percibe en la sociedad de cara a una óptima recuperación ante el parón productivo existente y de cara a una reconversión social y empresarial inevitable.

Y eso es porque las palabras aguantan sólo un tiempo. Cuando uno observa que los hechos no se corresponden con las palabras ya deja de confiar. Llevamos desde el día cero escuchando hablar que una de las claves más importantes para el control de la epidemia es la puesta en marcha de test masivos ¿Alguien los ha visto? Se habló de la llegada de EPIs y medios de protección de los ciudadanos ¿A que todo el mundo ha tenido que buscarse la vida? Se nos dijo que el Estado ayudaría a personas en situación de vulnerabilidad ¿Alguien ha tenido la suerte de poder suspender el pago de la hipoteca? ¿Algún autónomo ha cumplido los requisitos para recibir la ayuda?

Al contrario, lo que vemos es que los trabajadores incluídos en un ERTE pueden tardar mes y medio en cobrar sus subsidios, y la cantidad de descubiertos que van a producirse serán de órdago. Llegará un momento, más cercano de lo que parece, que los ahorros no bastarán.

El “trabajar unidos” y “actuar con responsabilidad” a los que tanto apela el Gobierno de Sánchez no puede ser tampoco un cheque en blanco porque en ello nos va nuestra superviviencia. Si este gobierno quiere gozar de la confianza de los ciudadanos más vale que empiece a demostrar que cumple lo que promete.