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Errores de cálculo y daños

miércoles 11 de junio de 2014, 17:57h

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La sentencia. La esperada sentencia. En el fondo, el resultado previsto. Vista la composición de la Sala, nihil novum sub sole. Vaya por delante, en primer lugar, que lo que las partes tienen que hacer es acatar o recurrir las sentencias, no descalificar sin más a los jueces, por más que la ideología de éstos aparezca meridianamente descrita en sus argumentos. Eso siempre fue así, aunque en este caso, entre todos, le vayamos a sacar mucha punta al fosforito y repasar cada línea para apoyar nuestras previas conclusiones, nuestro prejuicio, en el sentido etimológico del término.

Personalmente, me alegro de que Bauzá haya sido declarado compatible por una doble razón política: porque serán las urnas las que lo pondrán en su sitio -sea éste el que sea-, y porque su afianzamiento en el govern constituye una oportunidad de oro para una alternativa centrista vinculada a nuestra tierra, algo que ha resultado imposible en los últimos veintitantos años. Bauzá es el mejor candidato del centro insularista y de la izquierda adormilada.

Deteniéndome un poco en los argumentos de los setenta y dos folios -entre sentencia y votos particulares-, mi humilde opinión jurídica es que la base para la desestimación de los recursos, habiendo sido minuciosamente elaborada -en la línea habitual del Magistrado Socías- es flojita. El ponente -que debemos reseñar que ha sido coherente con su anterior pronunciamiento en el caso de Aina Salom- se pierde en una maraña reglamentaria de tercera fila jerárquica y olvida el núcleo central de lo que se somete a su jurisdicción, dada la claridad y restrictividad de la Ley balear de incompatibilidades. La comparación del titular de una farmacia con su sustituto no se sostiene, porque las rentas de la farmacia las percibe el titular, no su empleado, aunque en lo relativo a cuestiones colegiales y de responsabilidad profesional se traslade ésta al sustituto, que a la postre no es sino un mero trabajador por cuenta ajena al servicio del boticario, en este caso, del president.

Comparto, en esencia, la argumentación de los votos particulares de los Magistrados Delfont y Fiol, pues creo que han enfocado mucho mejor la llamada ratio decidendi, aun aceptando que hayan quedado en minoría. También comparto con ellos el que no se pueden hacer lecturas extremadamente tolerantes de leyes de dicción marcadamente restrictiva. Ese detalle llama poderosamente la atención, porque la Sala de lo Contencioso no se distingue precisamente por sus interpretaciones condescendientes cuando éstas suponen un pronunciamiento en favor de los ciudadanos, y sin embargo, en este caso, cuando esa lectura lata de la norma favorece nada menos que al president del govern, se buscan enrevesadas exégesis de una norma que, a mi juicio, no las precisa en absoluto.

Por su parte, las magistradas conservadoras Frígola y Ortuño han respaldado -según lo esperado- la tesis del ponente, llegando a emitir un voto particular que se opondría incluso a la propia admisibilidad del recurso.

Pero, para no dejar el análisis en una simple opinión jurídica -siempre discutible, faltaría plus- me interesa reseñar las consecuencias políticas del fallo. Parto de la base de que la oposición cometió un error de bulto al judicializar sus ataques a Bauzá. Me lo reconoció hace escasas semanas uno de sus líderes; hubiera sido mucho más inteligente seguir dándole matraca al farmacéutico con la sospecha de su compatibilidad y asegurar su candidatura el 2015 sin arriesgarse al revolcón de un pronunciamiento desfavorable. Con el recurso, PSIB y Més pusieron en riesgo esa candidatura. Imagínense ustedes que la Sala se pronuncia en sentido opuesto y que el PP gana un año para recomponer su situación. Mala papeleta para la oposición, porque los populares siempre tuvieron enorme capacidad de recuperación. Con otro candidato, claro. La situación que crea la sentencia recaída es obvio que supone un desgaste innecesario a la izquierda y alimenta el ego del farmacéutico -que ya, de por sí, va sobradito de proteínas- aunque, en el fondo, suponga un tremendo alivio para socialistas y rojiverdes.

Los más jodidos, sin duda, son ese numeroso grupo de populares que albergaban la esperanza de que el TSJ diera a su jefe una patada en salva sea la parte, en la ilusión de situar a Gabriel Company como candidato en las próximas autonómicas y volver a un "lo nostro" más coherente, sin gomina ni pan bimbo. Lo siento por ellos, pero éste ya no es su PP, sino el de Bauzá y su asistente.

Aclaro, por fin, que la norma balear de incompatibilidades me parece absurda y que siempre he creído que cualquier directivo, profesional o empresario de éxito ha de poder dedicar algunos años de su vida al servicio público que constituye -o debiera constituir- la política, sin necesidad de masacrar su carrera profesional. Por tanto, en el fondo de la cuestión, estoy de acuerdo con Bauzá, aunque discrepe de la sentencia que lo ha declarado compatible que, sin embargo, me parece una joyita política. Ustedes, lectores sagaces y perspicaces, ya me entienden.
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