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EMAYA ya pasa de castaño oscuro

sábado 23 de agosto de 2014, 20:15h

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El hecho de que la dirección de la empresa pública municipal EMAYA se haya visto forzada a convocar doce plazas de peón para hacer frente al imparable absentismo de sus trabajadores constituye una vergüenza que debería llenar de indignación a los palmesanos.

La dirección de la empresa, impotente ante la huelga larvada que está soportando, no tiene otro remedio que contratar más personal para garantizar el servicio. Luchan como pueden, mientras el conflicto continúa aunque el comité de los trabajadores lo niegue. Las calles de Palma están sucias, los graffiteros campan a sus anchas sin que se borren como antes sus obras de arte y a la visa está que no pocos empleados viven entre el absentismo o la falta de interés en el trabajo. Los ciudadanos han de saber que son ellos los que han de pagar las nuevas nóminas con sus impuestos.

Las cifras son demoledoras. En la actualidad hay un absenstismo superior al 10% en las secciones más importantes de la empresa. Entre bajas por enfermedad, ausencias, accidentes y similares, la capacidad de la empresa se ha debilitado notablemente con respecto al verano del año pasado. El asunto ya pasa de castaño oscuro. Los ciudadanos tienen derecho a conocer cuál es el auténtico trasfondo de esta batalla interna que se vive en EMAYA. ¿Se trata únicamente de malestar laboral o hay guerra política navajera de por medio? ¿Hay descontento por las condiciones de trabajo o existe animadversión hacia algunos miembros del equipo de gobierno de Cort? ¿Cuáles el objetivo final de tanta estocada?

Sea lo que sea, Palma no merece estar sucia, o endémicamente medio limpia,  que es peor. Es necesario que en EMAYA impere la máxima transparencia para saber qué está pasando en realidad. Hace semanas hubo acuerdo ante los tribunales, pero ahora se está demostrando que se trataba de un paso en falso, perfectamente orquestado para que continuase la actividad guerrillera de puertas para adentro. En la práctica las disfunciones se suceden una tras otra  hasta el punto de que se han de contratar nuevos empleados.

Palma no se merece que una empresa pública que presta un servicio esencial se comporte de una manera  tan indigna. Es un mal ejemplo para todos los palmesanos.