Últimamente se me repite cierto tipo de conversación con distintos amigos y familiares: me comentan sus dudas acerca de si votar PP o VOX en las diversas y trascendentales elecciones de este año. Y me lo comentan sabiendo que yo no sólo no tengo duda alguna, sino que las ideas que defiende VOX me parecen tan necesarias, que me he unido al partido y he aceptado un cargo de responsabilidad en el mismo para ayudar en todo lo posible.
Básicamente, lo que me dicen es: sí, las propuestas de VOX son las que nos gustaría que salieran adelante, pero tememos que si apostamos por ellas, no sea posible cambiar estos gobiernos que están destruyendo el país.
Vamos, que ideológicamente su partido sería VOX, pero entonces interfieren consideraciones 'estratégicas' acerca del 'voto útil' y demás zarandajas repetidas por los medios sistémicos, que les hacen dudar. Es casi como si me pidieran: "por favor, querríamos votar a VOX; ayúdanos a desprendernos de esa propaganda que nos ata al 'mal menor'. ¡Libéranos!". Porque en el fondo saben que algo anda mal en ese razonamiento -falaz- que les lleva a hacer lo que no quieren. Intentemos localizar el error.
Todos los sondeos -si hemos de creerlos- coinciden en que sólo la suma de PP y VOX tiene la posibilidad de alcanzar la mayoría absoluta en el Congreso y así desalojar a la alianza colectivista-separatista que sostiene a Sánchez. Lo mismo podemos decir de la gran mayoría de autonomías y entidades locales.
Si lo que deseamos es revertir y sanar la devastación causada por esos gobiernos colectivista-separatistas, entonces lo que necesitamos son gobiernos decididos a derogar o modificar en profundidad la enorme profusión de normas dictadas estos últimos años -o décadas-, y a legislar en el sentido contrario: a favor de la igualdad ante la ley y la concordia; la propiedad privada y la prosperidad.
En consecuencia, tenemos un gran peligro, que es que la suma de PP y VOX sea insuficiente. Para combatirlo, tanto daría votar a uno que a otro. No existe un beneficio claro por concentrar voto en uno de ellos, porque el otro no va a desaparecer -VOX tiene un suelo claro y sólido, por las ideas claras que nadie más defiende- y son necesarios ambos para alcanzar la mayoría.
Pero es que además de ese gran peligro, tenemos otros nada desdeñables. Uno, que en ciertas circunscripciones el PP podría alcanzar mayoría absoluta, como ha demostrado en Andalucía y dicen que cabe temer en Madrid. Como afirma Juan Carlos Girauta, el PP es hoy, tras ocupar el espacio del 'centro' y hasta 'centro izquierda', un partido socialdemócrata, como podría ser la izquierda 'seria' de un, qué se yo, Boyer, Leguina, etcétera.
Ello se traduce en que un PP en solitario no va a revertir más que una pequeña parte del daño causado por los colectivistas-separatistas. Estamos cansados de verlo. Leyes 'trans' autonómicas, leyes 'LGTBI', leyes de 'memoria histórica', inmersiones lingüísticas, mantenimiento de chiringuitos de todo tipo. El PP no ensucia, o ensucia menos, pero tampoco limpia. Luego vuelven los colectivistas-separatistas, y continúan con su agenda -y además unos y otros comparten la gran Agenda, la 2030, a la que sólo VOX se opone-.
Pero es que además, incluso si el PP no alcanza mayoría absoluta, existe el riesgo de que prefiera llegar a acuerdos con un PSOE sin Sánchez -el mismo Núñez Feijóo ha reiterado este deseo- o con otros partidos colectivistas y/o separatistas -¿PNV, Junts?- antes que con VOX. El portavoz de los populares, Elías Bendodo, nos comparaba el otro día con Esquerra o Bildu: todos somos peligrosos extremistas. ¡Quizás prefieran a un partido más 'moderado', como el PSOE!
Por todo ello, el voto útil de ese amplio sector de población que se considera de derechas, donde encontrará mejor acomodo es en su hábitat natural: en quien defienda las propuestas más cercanas a sus ideas. Más vale que no se deje engatusar por interesados cálculos estratégicos, porque un PP en solitario no le representará, y porque nadie le puede asegurar que pacte con VOX y no con otros partidos y su voto acabe inútil, o peor aún, al servicio de ideas opuestas a las suyas.