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Un muerto en el escaparate

sábado 15 de noviembre de 2014, 09:19h

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En el proceso de primarias que celebra este sábado Més, se presenta Andreu Caballero como candidato por el PSM al Consell. Caballero arrastra una condena judicial  que le impide administrar bienes ajenos o representar a otras personas durante dos años por el caso de la extinta Televisión de Mallorca, de cuyo consejo de administración formó parte. Lo más sorprendente del asunto es que el PSM ha incluido a Caballero en su lista de aspirantes favoritos para que sea votado este sábado en el gran evento econacionalista.

Mal enfoca estas primarias el PSM poniendo en su escaparate electoral a un cadáver político, impresentable desde todos los puntos  de vista aunque le mantengan en el cloroformo del listado de los elegidos, a la vista de todos. Es todo un espectáculo poco edificante.

El PSM, abanderado a la hora de acatar las decisiones judiciales y de exigir responsabilidades como nadie a políticos de otros partidos, que ha apartado a Antoni Verger de Cort por una hipotética imputación en el caso vagones, se empecina en apuntalar a Caballero no sólo en pole electoral, sino que consiente que siga siendo concejal de Inca en la actualidad. Pero hay más en esta oscura hora de los favoritismos. Caballero está condenado a pagar más de 10.000 euros como sanción pecuniaria por este asunto y el PSM se ha comprometido abonarle el dinero para que no tenga que rascarse el bolsillo. Es un extraordinario gesto de proteccionismo que no se sabe bien a qué obedece.

Si tales privilegios fuesen para un político del PP, sería el PSM quien se rasgaría las vestiduras y armaría un escándalo de considerables proporciones. Pero está visto que Andreu Caballero tiene cera del Corpus por parte de la cúpula de su partido. Así hay que aceptarlo y así es la política. Lo triste es que a los 8.000 inscritos en el proceso primario se este sábado se les presenta a un condenado entre el ramillete de elegibles. Tanta gente actuando de buena fe no merece tener que tragarse esta componenda.

Tal empecinamiento tiene mala pinta tanto desde un punto de vista ético como estético. No sería serio, pero podría entenderse, por razones de equilibrio interno, que el PSM mantuviera a Caballero escondido y tapado dentro de su armario, pero que lo pongan en el escaparata con la sentencia condenatoria a cuestas es inconcebible no ya desde una óptica democrática, sino como puro ejercicio de sentido común.