Esta semana, la Policía Nacional ha liberado a tres mujeres que estaban siendo obligadas a prostituirse en un piso de Palma, en el marco de una operación contra la trata de seres humanos con fines de explotación sexual y favorecimiento de la inmigración irregular, que ha acabado igualmente con el arresto de seis personas -tres hombres y tres mujeres- de origen venezolano, italiano y suizo. Un nuevo caso de esa horrible práctica que ha sido investigado gracias a una denuncia de una ONG.
La organización social se dedica a ayudar a toxicómanos, prostitutas, gente que vive en la miseria, enfermos de sida, y toda clase de personas que, en la calle, necesitan ayuda y no saben a dónde acudir. Este trabajo social, voluntario, anónimo y desinteresado pasa desapercibido por la mayor parte de la sociedad. Nadie quiere ver esta realidad y ni siquiera lo comenta en su círculo social.
No queremos ver, oír ni hablar de una lacra que nos ensucia la visión que tenemos de nosotros mismos como sociedad. La prostitución no se erradicará nunca. Pero el delito de la explotación sexual, sí que puede ser combatido. La Policía hace lo que puede. Hace muchos años, conocí a un inspector de policía, que visitaba los meublés de la ciudad y de los pueblos de Mallorca, para informarse de posibles casos de trata de seres humanos. En su currículum, tenía el mayor número de detenciones de personas que traían a Mallorca mujeres de África y Latinoamérica para explotarlas sexualmente.
Me confesó, que nunca se había acostado con una profesional del sexo. Consiguió su amistad y apreció y las ayudó a dejar ese trabajo y empezar una nueva vida. Hoy, son las ONG que trabajan con los más desfavorecidos, los parías de la sociedad, las que consiguen la amistad de esas personas. Son las mujeres que, defendiendo a otras mujeres, cuentan lo que está pasando en tal o cual dirección. No hace mucho un caso de mujeres prostituidas, denunciado por una de estas ONG, llevó a la policía al conocimiento de la práctica delictiva a la que se sometían jóvenes tutelas por las instituciones públicas de Mallorca.
La noticia fue la detención de las chicas y su puesta a disposición del juzgado. Pero se silenció la referente a los “clientes” de tal servicio. De ahí la reflexión: hay que dotar a las Fuerzas de Seguridad de más medios para conseguir luchar contra esta lacra. Habría que renovar las leyes que afectan al delito, a los delincuentes y los cómplices necesarios; los clientes, para qué sé dé el ilícito penal. Y ya que estamos, que la administración incluya en su presupuesto mayores partidas económicas para sufragar los costes de este trabajo anónimo, nocturno y muy delicado que está ayudando, y esta es la verdad, a toda la sociedad.