El efecto mariposa
lunes 09 de junio de 2014, 18:48h
En el contexto de la teoría del caos, se denomina efecto mariposa al supuesto de que la introducción de una mínima variación en las condiciones de un sistema caótico, puede provocar una cadena de acontecimientos que altere de modo radical su evolución. Se denomina así porque hizo fortuna la frase: “el aleteo de una mariposa en Japón (o Hong Kong, hay varias versiones), acaba provocando una tormenta en Nueva York”.
Este efecto se manifiesta a diario, desde el nivel particular y doméstico de los ciudadanos, hasta el de las grandes cuestiones internacionales geoestratégicas.
La revuelta del “maidán” en Ucrania contra Yanukóvich acaba con la huida de este a Rusia y su sustitución por un gobierno provisional proeuropeo, tras lo que el Kremlin decide estimular una pretendida revuelta popular en Crimea, organizada por militares rusos infiltrados, que acaba en una parodia de referéndum, una declaración unilateral de independencia y, finalmente, la anexión a Rusia. Como consecuencia la Unión Europea y los Estados Unidos, imponen sanciones económicas a toda una serie de políticos y empresarios rusos y ucranianos implicados y ello provoca una inmediata devaluación del rublo de más del 20 %.
La devaluación del rublo, junto a la amenaza de sanciones más duras y la exclusión de Rusia de las reuniones del G8, que vuelve a ser el G7, que genera expectativas negativas para la economía rusa, suponen un duro golpe para las clases medias rusas emergentes, que ven disminuir sus expectativas de mejora económica y su capacidad de compra de productos importados y, sobre todo, de viajar al extranjero a hacer turismo.
La consecuencia inmediata es una disminución de las reservas hoteleras de los turistas rusos, que afecta especialmente a la zona de la Costa Dorada de Tarragona, donde hace años que son un porcentaje muy significativo de los visitantes foráneos, pero también a zonas como Mallorca, que en los últimos años venían experimentando un crecimiento sostenido e importante del número de viajeros procedentes de la gran potencia euroasiática.
Todo ello tendrá consecuencias en términos de ocupación, ofertas a la baja para cubrir el hueco con ciudadanos de otros países, de menor poder adquisitivo y menos contrataciones de trabajadores, o contratos más cortos, o por jornadas reducidas, o más precarios.
De modo que lo que al principio parecía una cuestión meramente interna de Ucrania, un país que percibimos como muy lejano, ha generado un cambio de fronteras, un empeoramiento radical de las relaciones de la UE y EE. UU. con Rusia, una disminución del poder adquisitivo de las clases medias rusas y un problema económico en algunas zonas turísticas catalanas y mallorquinas, y otras consecuencias geoestratégicas y de política internacional que ya se verá hasta donde nos llevan.
En una entrevista a Pascual Maragall, a la sazón alcalde de Barcelona, antes de la reunión del Comité Olímpico Internacional que tenía que adjudicar la sede de los juegos olímpicos de 1992, un periodista le preguntó si tenían un plan B en caso de no conseguir los juegos, a lo Maragall respondió que Barcelona no tenía puestos todos los huevos en un solo cesto. La capital de Catalunya consiguió la organización de la olimpiada, pero su alcalde y su equipo de gobierno tenían alternativas para la proyección y el progreso de la ciudad en la eventualidad de no haberla conseguido. En cierto modo, lo contrario ha pasado en Madrid. Después de no conseguir la organización de unos juegos olímpicos por tres veces consecutivas, la ciudad parece haberse sumergido en un estado de melancolía y atonía, que se refleja en un descenso significativo y sostenido del número de visitantes en los últimos años.
No hay manera de prever los efectos mariposas que modificarán la evolución del devenir de los acontecimientos que nos afectarán, por lo que es conveniente disponer de planes alternativos o, en palabras de Maragall, tener los huevos colocados en más de un cesto.