El confuso laberinto catalán
martes 14 de octubre de 2014, 20:44h
El proceso catalán ha entrado en una nueva fase. La ruptura que se ha producido entre los partidos soberanistas sobre como llevar a cabo la consulta del 9-N ha causado satisfacción en Madrid. Pero no hay que llamarse a engaño. Sería muy preocupante que Artur Mas perdiese el control de la situación y se viese abocado a convocar nuevas elecciones autonómicas con las formaciones independentistas presentándose por separado. Podría producirse un severo varapalo a CiU y también Esquerra Republicana podría experimentar un gran incremento de votos. Es un panorama nada halagüeño.
La única solución posible para este contencioso es el pacto entre el poder central y la Generalitat Pero tal probabilidad sólo será viable si Mas no pierde el control de la situación. Eso es lo que debe comprender Madrid.
Anteriores líderes del catalanismo, desde Francesc Cambó y su Lliga hasta Lluis Companys durante la República, desarrollaron políticas diferentes pero al final con un denominador común: perdieron el control de la situación. Cambó, desesperado, acabó apoyando al bando franquista durante la guerra civil y Companys se vio desbordado por los acontecimientos a partir de 1936 cuando los anarquistas de la CNT-FAI se hicieron los amos de Barcelona y de Catalunya.
Han pasado tres cuartos de siglo desde aquellos terribles años. Ahora la situación es muy diferente, con España integrada en la Unión Europea, ya muy lejos de aquel espantoso período de entreguerras en un continente herido y enfrentado. Es precisamente por este motivo fundamental que hay que confiar en el pacto Rajoy-Mas. Y hay que abogar para que se consiga. En pleno siglo XXI con una comunidad de naciones europeas funcionando casi a la perfección no hay otra salida.
El problema tal vez no sean los dos líderes, sino parte de su propio entorno. Es preciso apostar por el entendimiento que conlleve un mayor respeto y financiación para Catalunya, un mejor trato de igual a igual con Madrid. Esa el la clave. Pero si Mas se ve desbordado por los acontecimientos, como ya les ocurrió a algunos de los patriarcas del catalanismo en el pasado, la situación se puede convertir en compleja, difícil e incluso peligrosa.