En la sociedad actual es muy fácil encontrarnos personas afinas al deporte (ya sean familiares, entrenadores, etc.) que mediante manifestaciones como “le falta confiar en él”, “si se lo cree puede”, etc., generan una presión social a los y las deportistas provocando así la falsa confianza, lo cual tiene unas consecuencias más perjudiciales en los y las deportistas.
Empezaremos este post con una pequeña reflexión, si os pregunto a qué concepto o variable psicológica asociáis la frase del título ¿qué se os ocurre?
En este caso, a mí se me ocurren dos respuestas que hayan podido aparecer en vuestra cabeza: por un lado, alguno/a de vosotros/as habrá pensado que hace referencia a la motivación; por otro lado, puede que alguno/a haya relacionado este título con el concepto de confianza. En estas líneas vamos a hablar de esta variable, la confianza o la autoconfianza.
Las personas que habéis relacionado el título con la confianza seguramente os habréis guiado sobretodo por la palabra creer, ya que normalmente se relaciona la confianza con creer que se puede. Como vamos viendo semana tras semana, no todo es como se nos enseña.
La confianza, como siempre, es una variable multifactorial, dinámica y el contexto tiene mucha importancia. Dinámica significa que la confianza de un/a deportista puede ir cambiando a lo largo de una temporada e incluso durante una competición, pero es importante trabajarla para que esté lo más controlada posible y se pueda regular según sea más o menos elevada.
Si nos paramos a escuchar la multitud de comentarios que se hacen en relación a esta variable podemos entender que a mayor confianza mayor rendimiento pero, ¿es realmente así?
Se puede definir autoconfianza como el grado de certeza que tiene el/la deportista, de acuerdo con las experiencias pasadas, respecto a su habilidad para alcanzar el éxito en una determinada tarea. Dicho con otras palabras, es la percepción que tiene el/la deportista sobre si su capacidad es suficiente para enfrentarse a una determinada tarea y si los resultados que obtendrá serán positivos.
Es muy importante encontrar la confianza óptima para competir, aunque no es tarea fácil. La dificultad se encuentra en realizar un análisis realista de la situación a la que se va a hacer frente. La autoconfianza no es estar convencido ciegamente o porque sí, porque se supone que es como se debe de estar, tampoco es hacer declaraciones del tipo “no puedo o podemos perder”, “seguro que ganamos”, etc., sino que la autoconfianza más bien es un estado interno de fortaleza psicológica que implica un conocimiento real de la dificultad del objetivo, los recursos propios que uno puede utilizar para conseguir ese objetivo y la posibilidad realista de se tiene de lograrlo. En la figura 1 podemos ver gráficamente la relación entre rendimiento y confianza.

Tener un exceso de confianza significa tener una deficiente valoración entre lo que el/la deportista puede rendir y piensa que puede rendir, por ejemplo, pensamientos como “la competición está ganada” o “los rivales son inferiores a mí”. De hecho, el otro día, compartí en mis redes sociales unas declaraciones de Sakkari (una tenista) donde manifestaba “tuve un error de novata al pensar que estaba a un punto de ganar”, generando en ella un exceso de confianza, bajando su rendimiento y provocando que perdiera el partido.
Por otro lado, la falta de confianza genera dudas a los y las deportistas sobre su actuación, en este caso generalmente debido a experiencias pasadas como malos entrenamientos, malos resultados en competiciones anteriores, etc., pensando cosas como “la competición me va a salir mal”, “no he entrenado muy bien”, etc.
Así, la confianza óptima, la que debemos de buscar, es aquella que podemos denominar realista, ya que la confianza y la valoración de la situación es lo más real posible. Por ejemplo, antes de una competición, pensar “esta semana realicé buenos entrenamientos, por lo que estoy preparado/a para competir”, “llevo entrenando el putt muchas horas al día, durante muchos años, estoy preparado/a para este golpe”, etc.
Tener una autoconfianza alta y solida significa que se conocen las posibilidades reales y cuales son las conductas que se deben realizar para que estas posibilidades existan.
Además, de las posibilidades reales, debemos contemplar y conocer las dificultades que pueden aparecer para impedir la consecución del objetivo deseado, y qué conductas y recursos utilizar en estos momentos para hacer frente a tales dificultades. En otras palabras, conocer y controlar las conductas que te llevarán al éxito (conseguir objetivos de rendimiento) y qué conductas y recursos utilizar para salir de las adversidades (que aparecerán).
Una autoconfianza baja cuando se somete a situaciones potencialmente estresantes (como una competición) será percibida como una amenaza provocando ansiedad, presión, etc. En cambio, cuando es elevada, esta situación se percibe como reto alcanzable, favoreciendo la motivación.
Existe otro nivel de confianza, la falsa autoconfianza, conocida como la actitud hacia los demás, que no refleja la desconfianza y preocupación que experimenta el/la deportista en su interior. Se caracteriza por:
- Exceso de manifestaciones verbales de confianza (“me veo muy bien”).
- Optimismo infundado (“hoy gano sin esfuerzo”).
- Constantes referencias a éxitos pasados.
- Búsqueda de excusas o “razonamientos” que justifiquen una mala actuación.
- Búsqueda de refuerzo externo.
En la sociedad actual es muy fácil encontrarnos personas afinas al deporte (ya sean familiares, entrenadores, etc.) que mediante manifestaciones como “le falta confiar en él”, “si se lo cree puede”, etc., generan una presión social a los y las deportistas provocando así la falsa confianza, lo cual tiene unas consecuencias más perjudiciales en los y las deportistas.
Todas las variables psicológicas están relacionadas entre ellas, y esta no es menos: la autoconfianza se puede relacionar con variables como la motivación, la frustración, la concentración, el nivel de activación, la ansiedad, etc.
Aprender a controlar esta variable va mucho más allá que pensar que puedes hacerlo. Es mucho mejor dedicar el tiempo y el esfuerzo en controlar las expectativas, los pensamientos, hacer un buen análisis de nuestros recursos para hacer frente a esta situación, conocer las dificultades y saber cómo hacer frente a estas.