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Bus-VAO, de entrada no

Por Josep Maria Aguiló
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jmaguilomallorcadiariocom/8/8/23
sábado 12 de agosto de 2023, 05:00h

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Más allá de la actual polémica sobre la posible ilegalidad o legalidad del carril Bus-VAO de entrada a Palma, creo que casi todos podríamos convenir en que fue un proyecto que, por distintas razones, no nació ya con demasiado buen pie. O que lo hizo con una cierta rigidez articular en varios puntos concretos, si me permiten la metáfora plantar.

Recuerden que se inauguró el 2 de noviembre del pasado año, Día de los Difuntos, que es una fecha que en principio parece poco apropiada para poner en marcha cualquier iniciativa institucional que se pretenda que sobreviva dichosamente o que sea perdurable en el tiempo, sobre todo si se es un poco supersticioso.

El segundo problema de este proyecto es su propia denominación, 'carril Bus-VAO', un nombre que cuando lo pronuncias parece casi como si te fueras a atragantar. ¿De verdad que no era posible ponerle otro nombre algo más sencillo? Yo hubiera propuesto al Consell, muy humildemente, el nombre de 'carril desatascador' —o 'atascador', según los casos—.

Añadan a ello que a lo largo de estos últimos meses hemos visto escrito dicho nombre de unas veinte formas distintas, por ejemplo sólo con mayúsculas, sólo con minúsculas, mitad y mitad, en cursiva, en negrita o con entrecomillado. Si ya no nos ponemos de acuerdo ni siquiera sobre cómo escribirlo, imagínense qué se puede esperar de casi todo lo demás cuando cogemos el coche.

Un tercer y último problema fue que a los pocos días de la inauguración del carril Bus-VAO, el anterior equipo de gobierno del Consell se vio ya obligado a hacer «ajustes» y «modificaciones» para intentar mejorar su funcionamiento tras las primeras quejas, que provenían en parte del sector del taxi y también de los distintos transportistas.

Según el Pacte, esos «ajustes» demostraban su deseo de escuchar a todas las partes, con el objetivo de que el carril Bus-VAO acabase siendo un éxito. Sin embargo, ay, el Pacte no escuchó entonces a los conductores privados, que habían planteado sus propias quejas, ni a la oposición, que acusaba al Pacte de improvisación en esta materia.

Por otra parte, el conseller de Mobilitat y la presidenta del Consell en el pasado mandato, Iván Sevillano y Catalina Cladera, solían repetir que el carril Bus-VAO había llegado «para quedarse» y que se implantarían más «en otros puntos de entrada a Palma», pero apenas seis meses después se ha acabado viendo que no va a ser exactamente así.

Siempre he pensado que cuando un político, de cualquier partido, afirma con rotundidad que tal o cual medida «ha venido para quedarse», debería quizás también apostillar: «Si continuamos gobernando en la próxima legislatura».

Ese ejercicio de humildad y de prudencia previa podría contribuir, en muchos casos, a favorecer que la mayoría de partidos intentasen pactar de un modo u otro las iniciativas más controvertidas, aunque me temo que el uso del verbo pactar ha decaído bastante en España en estos últimos años, al menos en su sentido originario y posiblemente también más noble.

Volviendo ahora de nuevo al tema que hoy nos ocupa, debo reconocer que yo no conduzco mucho —creo que la última vez que lo hice fue en 1999—, pero me he ido renovando el carnet de conducir de manera periódica y, además, suelo ir en autobús o como copiloto en los vehículos de mis amistades, así que también comparto con ellas sus angustias vitales y sus zozobras viarias por los recurrentes atascos.

Partiendo de esa realidad, creo que casi todos los isleños y no isleños coincidimos hoy en que, más pronto que tarde, habrá que encontrar alguna solución duradera para intentar arreglar el problema de los accesos a Ciutat, que ya existía cuando miles de palmesanos y de foravilers éramos bebés y aún paseábamos con el taca-taca.

Uno de los grandes retos del presidente del Consell, Llorenç Galmés, será, precisamente, conseguir un arreglo satisfactorio, que inevitablemente pasará por medidas como potenciar el transporte público o promover un uso más racional del vehículo privado. Lo único seguro, al menos por ahora, es que el carril Bus-VAO aún durará unos meses más.

A la espera de que el Consell de Mallorca, el Gobierno central y la Dirección General de Tráfico se pongan de acuerdo sobre cómo y cuándo se eliminará —«cuán largo me lo fiáis, amigo Sancho»—, el PP y Vox se mantienen por ahora firmes en su postura inicial, que es también la de miles de conductores o de copilotos tan concienciados y aplicados como yo: Bus-VAO, de entrada no.

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