Baleares cumple este martes un año desde que detectó su primer caso de coronavirus, en Mallorca, el 9 de febrero de 2020. Fue el segundo contagio de España tras el primero confirmado en La Gomera. Un año después, Baleares suma ya más de 53.000 casos mientras la cifra de fallecidos supera las 600 víctimas mortales y -aunque las cifras de contagios parecen iniciar un camino descendente- vive la tercera ola de la enfermedad con una notable tensión asistencial en los hospitales, especialmente en las UCIs, que han registrado récord de ingresados por Covid esta pasada semana.
PCR, confinamiento, desescalada, incidencia acumulada, rastreadores, restricciones, ERTE, mascarillas... son palabras que han pasado a formar parte de la crónica diaria desde el inicio de la pandemia hace ahora un año. En este tiempo, Baleares -de manera no muy diferente al resto del país- ha vivido sometida a varios estados de alarma y a una severa restricción de las actividades económicas y sociales. Como resultado, las islas se han visto abocadas a una situación tan inesperada como inédita en la que una crisis de dimensiones mayúsculas se ha apoderado de la comunidad.
La falta de turistas y el cierre -total o parcial- de multitud de negocios han llevado a Baleares a liderar el hundimiento de la economía mientras el crecimiento del paro ha alcanzado niveles de crisis anteriores, con más de 83.000 desempleados y otros 35.000 trabajadores acogidos a ERTE a fecha de enero.
Un año después del primer caso de coronavirus en las Islas -protagonizado por un residente en Marratxí de origen británico-, la esperanza para salir del pozo, liberar los hospitales de tensión asistencial, frenar las curvas de contagios y muertos, y proporcionar oxígeno a la maltrecha economía local se halla en la llegada y administración suficiente de vacunas.
Baleares, que inició la vacunación a finales de diciembre, ha vacunado en un mes a un 0,9 por ciento de la población, principalmente usuarios de residencias y sanitarios en primera fila de la pandemia. Esta cifra debe crecer notablemente si se pretende lograr la deseada inmunización del 70 por ciento de la población que garantiza una protección colectiva suficiente frente al virus. Para que esto ocurra en un corto periodo de tiempo, sin dilatar el proceso más allá de unos meses, es necesario un compromiso social y, sobre todo, político que, unido a la responsabilidad individual de los ciudadanos, permita vislumbrar el fin de la pandemia y sus efectos. Sin tener que esperar a que transcurra otro año.