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Baleares no confía en el teletrabajo

sábado 01 de abril de 2023, 00:00h

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La práctica del teletrabajo, que tanto proliferó durante la pandemia, ha ido pasando a la historia a la par que la situación sanitaria se ha ido normalizando. Muy pocas empresas privadas aplican ya un modelo que, o bien ha desaparecido totalmente, o ha quedado reducido a algo residual circunscrito a un día a la semana. Algo meramente testimonial.

Baleares es la segunda región donde más ha caído esta fórmula del trabajo desde casa, con un descenso del 25,7 por ciento en un año. Concretamente, según datos de Adecco, sólo el 8,5 por viento de los trabajadores de Baleares se acogen a esta modalidad. En el conjunto del país, 2022 cerró con 2,5 millones de teletrabajadores, un 6,5 por ciento menos que el año anterior.

Con estos datos, sorprende que la fórmula no sólo se siga aplicando sobre todo en las administraciones públicas, sino que se fomente como método para ganar eficiencia en aquellos servicios públicos que no requieren presencialidad. El Govern balear aprobó este invierno un decreto que regula el trabajo de los empleados públicos desde sus domicilios cuatro días por semana, abonando parte de los gastos de internet y facilitando equipos informáticos. A su favor juega que los trabajadores que desempeñan su función desde casa evitan desplazamientos, con lo que se reducen atascos, congestión en los transporte colectivos y se ahorra energía. También facilita la conciliación familiar.

Entonces, ¿por qué el sistema tiene menos acogida en las empresas privadas, que lo están dejando de aplicar? Las empresas del sector privado se ven obligadas a actuar, casi exclusivamente, por criterios de productividad, de forma que cabría concluir que el teletrabajo es menos productivo para la mayoría de ellas. Las administraciones públicas, sin embargo, barajan otros parámetros que pasan por las relaciones con los sindicatos o por la oportunidad que suponen este tipo de decisiones desde un punto de vista electoral, por ejemplo.

Lo ideal es no forzar ningún proceso y que sea cada organización -pública o privada- la que decida lo que es más eficaz para el correcto cumplimiento de sus objetivos. De momento, la tendencia parece que pasa por ir recuperando las prácticas habituales anteriores a la pandemia y a la generalización del teletrabajo que entonces se impuso.

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