El presidente de la Federación de Entidades Locales de Baleares (FELIB), Antoni Salas, destacaba en su entrevista con mallorcadiario.com la necesidad de que los ayuntamientos puedan disponer de todo su remanente de tesorería para activar la economía de los municipios en el umbral de la crisis que se abre a causa de la pandemia.
La decisión depende del Gobierno central, que mantiene congelados los remanentes municipales a fin de ayudar a cumplir con la regla de gasto y los objetivos de déficit. Ya se autorizó, hace una semanas, que pudieran disponer hasta un 20 por ciento de estos recursos bloqueados para atender cuestiones directamente relacionadas con la crisis sanitaria, pero la situación económica en ciernes se antoja de tal gravedad que sería necesario atender la petición de los alcaldes en su totalidad.
Los ayuntamientos son las administraciones más cercanas a los ciudadanos y, por lo tanto, las que mejor conocen sus necesidades. Por ello deberían contar con recursos suficientes que permitan acometer obra pública y proyectos que activen las economías locales. A la vez, deberían desarrollar todos aquellos resortes normativos que faciliten la buena marcha de las empresas y la dinamización del tejido económico local.
En Palma, el Ayuntamiento ha anunciado ayudas directas a pequeños comercios, bares o puestos en mercados, por un importe total de 200.000 euros. Es una buena iniciativa que, sin embargo, se queda corta ante la calamidad que se avecina y la presumible ola de cierres que se van a producir. Hará falta más. Hará falta que fluya dinero pero también que se habiliten normas que beneficien a los negocios y ayuden a la reconstrucción. Las peticiones, por ejemplo, de los restauradores para ampliar terrazas son un buen ejemplo de esta última posibilidad, una opción que no supone desembolso municipal pero que permite generar negocio y empleo.
Los municipios deben jugar un papel importante en la "nueva normalidad" que se plantea tras el confinamiento, pero sobre todo durante los años que se tardará en recuperar la inercia económica que el país va a perder, según previsiones del propio Gobierno. Paro y recesión van a ser la tónica de los próximos meses y todos los recursos y acciones posibles serán pocos para contrarrestar el golpe. Empezar por lo más sencillo parece una buena opción.