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"En ocho años no se ha dado respuesta a la demanda de modernizar Palma"

Por Josep Maria Aguiló
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jmaguilomallorcadiariocom/8/8/23
domingo 11 de junio de 2023, 04:00h

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Este mes de junio se cumplen justo veinte años de la llegada de la popular Catalina Cirer (Palma, 1963) a la Alcaldía de Palma. Fue la primera ocasión en que una mujer presidió el consistorio de la capital balear. En las elecciones municipales de mayo de 2003, Cirer obtuvo mayoría absoluta y relevó a Joan Fageda al frente de Cort. Cuatro años después, quedó a un solo concejal de revalidar aquel resultado, pues obtuvo 14 escaños sobre un total de 29 asientos, siendo relevada entonces por la socialista Aina Calvo, que gobernó junto con el Bloc y UM. En esta entrevista, Cirer hace una valoración de aquella época y del estado actual de Ciutat, a sólo seis días de que el popular Jaime Martínez sea investido como nuevo alcalde de Palma. Todavía hoy, Cirer sigue siendo una de las personas más queridas, valoradas y respetadas de la política balear.

¿Cómo vivió el hecho de ser la primera mujer que presidiría la Alcaldía de Palma?

Lo viví con naturalidad. Piense que previamente yo había sido ya consellera del Govern y que había sido también la primera mujer delegada del Gobierno en Baleares. Creo que es ahora, veinte años después, cuando aquel hecho cobra un valor especial o histórico. Así, cuando me presentan hoy en algún acto público suelen recordar que fui la primera alcaldesa que tuvo Palma.

Ah, de acuerdo...

En ese sentido, nunca pensé entonces que mi partido me propusiera como candidata a la Alcaldía de Palma sólo por el hecho de ser mujer. Lo que pensé es que en aquel momento creyeron que yo era la persona que reunía las mejores condiciones para optar al cargo por mi capacidad, mi preparación o mi carácter.

¿Señalaría algo más en relación a esta cuestión?

Sí, señalaría que, por otra parte, me satisface mucho y a mis compañeros de partido también les agrada que la primera mujer alcaldesa de Palma fuera del Partido Popular, pues a veces parece que el patrimonio del feminismo ha de estar en manos de partidos de izquierdas. En ese sentido, creo que merece ser destacado que fuera el Partido Popular, es decir, un partido de centroderecha, el que posibilitase a una mujer ser la primera alcaldesa de Ciutat.

¿Qué proyectos destacaría de los ejecutados durante su mandato?

Le diré uno del que, por ejemplo, me siento muy orgullosa, que es el soterramiento de las vías del tren y la creación del bulevar de Jacint Verdaguer. Creo, además, que a lo largo de estos últimos veinte años no ha habido ningún otro proyecto de tal magnitud o que haya cambiado tanto una barriada de Palma e incluso la propia ciudad como el que le acabo de citar.

Recuerdo también los 'casals' que se construyeron en muchas barriadas...

Me alegra que lo recuerde, pues queríamos que fueran un revulsivo para cada barrio. Hubo además un esfuerzo importantísimo para hacer 'casals de barri' diferenciados en cada zona. De hecho, ninguno tenía la misma estructura arquitectónica, porque lo que se pretendía era integrar cada uno de esos 'casals' en sus respectivas barriadas. En Establiments, por ejemplo, se levantó uno en lo que antes había sido un cine, mientras que en otros barrios eran 'casals' de nueva construcción.

"Estoy muy orgullosa del soterramiento de las vías del tren y de la creación del bulevar de Jacint Verdaguer"

Otra iniciativa que se desarrolló durante su mandato fue la de la Falca Verda...

Palma se ha de pensar en grande y el proyecto de la Falca Verda ha sido y es importantísimo. Recientemente, se consiguió eliminar además una dificultad que para mí no lo era, el Lluís Sitjar. Por otra parte, como sabe, de las cuatro fases de la Falca Verda que se diseñaron en la época de Joan Fageda, la segunda se ejecutó en mi mandato. De esto hace ya veinte años. En definitiva, pienso que es un gran proyecto que se ha de continuar.

Su equipo de gobierno recibió elogios incluso de la oposición...

Agradezco que fuera así, pues realmente había un gran equipo, como luego se demostró. Además, hay que partir de la premisa de que sería faltar a la realidad pensar que un alcalde, en este caso yo, podía hacerlo todo. El buen trabajo que puedas hacer como alcaldesa se debe a que estás rodeada de los mejores gestores y de las mejores personas, con más capacidad que tú misma. De hecho, estoy convencida de que de todo el equipo de gobierno, yo era seguramente la peor.

¿Piensa que hubieran merecido un segundo mandato?

Yo no sé si merecíamos o no un segundo mandato, pues los ciudadanos nos hicieron entender que no, pero creo que sí lo necesitábamos, para concluir proyectos que habíamos iniciado y que no podían ser solamente de una legislatura. También hubo proyectos que iniciamos y acabamos en aquellos cuatro años, como el ya citado de Jacint Verdaguer o el de instalar césped artificial en todos los campos de fútbol municipales. Esas iniciativas y otras ponen en valor el trabajo que hicimos.

¿Por qué cree que en 2007 no volvió a repetir mayoría absoluta?

Es cierto que en los comicios municipales de aquel año no tuvimos de nuevo mayoría absoluta, a pesar de que habíamos vuelto a ganar en Palma. Yo creo que fue por unas circunstancias especiales, que están en todas las hemerotecas. Por eso, no abriremos hoy ese melón. De hecho, pienso que no tenemos que abrirlo —sonríe—.

¿Todavía hoy le afecta recordar aquel resultado electoral?

Sí, me provoca una sensación de desasosiego, que aún no me he podido quitar a pesar de los dieciséis años transcurridos desde entonces. Es una noche electoral y una etapa aún no superada en mi vida, a pesar de que la vida me ha regalado luego momentos políticos y personales fabulosos. Pero lo ocurrido entonces es un punto y aparte en mi vida. Vuelvo a ese momento muchas veces. Es un pensamiento recurrente. Si un día necesito llorar, voy a ese pensamiento y sé que me pondré a llorar.

"Ahora hacemos una política demasiado volcada en la inmediatez, con Twitter o Instagram, en detrimento de una política más de proximidad"

¿Qué se aprende estando en la oposición?

Estar en la oposición te enseña que esto es la democracia. Con ello quiero decir que la democracia no es sólo ganar. Ser un candidato en democracia es saber aceptar la voluntad de los ciudadanos. En teoría todos lo sabemos hacer muy bien, pero a veces en la práctica no lo conseguimos asimilar tan bien. Estar en la oposición también te enseña que desde ella puedes hacer política responsable y seguir ayudando a la gente. Puedes construir o no construir. Tú eliges la manera de hacer oposición.

¿Cómo debería ser, en general, la práctica de la oposición?

Yo creo que tienes que ser beligerante y que has de defender tus ideas con la intensidad que sea necesaria, pero también considero que no tienes que hacer un mal uso de tu estancia en la oposición. En ese sentido, la oposición te enseña igualmente a ser responsable, a escuchar mucho, a tener de nuevo los pies en la tierra, a hacer un trabajo a menudo ingrato y a entender que, pese a todo, se puede hacer también un buen servicio público desde la oposición.

Aun así, de sus palabras deduzco que la oposición es ingrata...

Es cierto que la oposición no es grata y que cuando has sido alcaldesa, tenerte que sentar en otro sitio no es fácil. Por ello, entiendo perfectamente que la presidenta en funciones, Francina Armengol, se presente ahora al Congreso, o que el alcalde en funciones, José Hila, dijera recientemente que cuatro años son muy largos para estar en la oposición. Lo entiendo, pero no lo comparto, pues yo me quedé cuatro años en la oposición en Cort, porque creía que la oposición también te permite hacer un servicio público y te posibilita ayudar a las personas.

En ese contexto, ¿cuál ha de ser la vocación de un político?

Yo creo que la vocación de un político no ha de ser el poder, sino ser un servidor público. Si todo va bien y gobiernas, puedes llevar a cabo un servicio público con más posibilidades de cambio, mientras que si no va bien, puedes propiciar también un cambio desde la oposición, aunque sea con menos opciones de cambio. Todo esto te lo enseña el paso por la oposición.

¿Qué siente cuando en la actualidad aún recibe muestras de cariño y afecto de la ciudadanía?

Bueno, seguro que hay gente a la que no le caigo bien y que además cree que fui un churro —sonríe de nuevo—, pero la verdad es que me siento muy querida, en especial por mucha gente que te para y te lo comenta, a pesar del tiempo transcurrido. También me siento muy querida por colectivos de trabajadores municipales de Palma. En ese sentido, me siento muy correspondida por los conductores de la EMT, a los que yo también quiero mucho. No hay nada que me dé más felicidad que estar por ejemplo parada en un semáforo, que pase un autobús y que el conductor toque el claxon para saludarme.

"Estar en la oposición también te enseña que desde ella puedes hacer política responsable y seguir ayudando a la gente"

Es algo muy significativo, sí...

Para mí, eso tiene un valor que no se puede pagar con todo el dinero del mundo. Todo ese afecto deriva del trabajo que hiciste en aquel momento y del contacto que has ido manteniendo con muchas personas a lo largo de los años, viviendo como ciudadana de Palma y continuando compartiendo con esas personas cosas de la gestión municipal y cosas de la vida. Yo noto aún ese cariño y sé que muchos compañeros que fueron regidores en aquel mandato también lo notan. En ese sentido, no necesitas que te digan "qué bien lo hiciste", porque para mí tiene más valor el afecto y la confianza que te pueda tener un ciudadano que el hecho de que alabe algún aspecto de tu gestión pasada.

¿Qué ha sido lo que más ha cambiado de la Palma de 2003 a la de 2023?

Yo diría que sobre todo ha cambiado el modelo de convivencia, pues nos hemos convertido en una sociedad más plural, con muchos más habitantes. La ciudad ha cambiado, pero también lo han hecho la política y las necesidades de los dirigentes. Hace veinte años, se hacía política de otra manera.

¿En qué sentido?

En el sentido de que pienso que en aquel momento había más proximidad entre los políticos y los ciudadanos, tal vez porque éramos más pocos partidos. Ahora hay una pluralidad de partidos a un lado y al otro que hace más difícil que los ciudadanos puedan conocer a sus dirigentes. Por otra parte, aunque no estoy en contra de la modernidad, ni de las redes, ni de las nuevas tecnologías, creo que ahora hacemos una política demasiado volcada en la inmediatez, con Twitter o Instagram, en detrimento de una política más de proximidad, que es la que encuentro a faltar.

¿Cuáles serían hoy los nuevos retos para Palma?

Algunos de los nuevos retos serían modernizar las infraestructuras, modernizar el transporte público o modernizar el modelo de ciudad, algo que requiere que prestemos atención a las nuevas demandas que hoy hay, por ejemplo a nivel cultural o deportivo. En ese contexto, se debería dar una respuesta que yo creo que en estos últimos ocho años —con dos mandatos consecutivos del Pacte— no se ha dado.

Esa modernización, ¿debe pensarse desde las barriadas o a un nivel ya más global?

Bueno, yo creo que no es contradictoria una cosa con otra. Por una parte, Palma requiere unos proyectos de gran ciudad, pero ya no sólo a nivel de infraestructuras, sino también para que esos proyectos puedan ayudar a desestacionalizar el turismo y contribuir a que Palma sea una ciudad de referencia a nivel cultural, paisajístico o de conservación de sus monumentos. Pero al mismo tiempo no hay que olvidar que, por otra parte, el diseño global de Palma pasa también por la suma de pequeñas actuaciones a nivel territorial de barriada.

"Desde 2003 sobre todo ha cambiado en Palma el modelo de convivencia, pues nos hemos convertido en una sociedad más plural, con muchos más habitantes"

¿Cómo deben acometerse los grandes proyectos?

Hay determinados proyectos que, por su envergadura, un equipo municipal no puede acometer en solitario, por lo que a veces se necesita contar con la financiación y la coordinación del Govern y hoy en día también con fondos europeos. Estoy pensando ahora en un proyecto como el del metro, que se ejecutó durante mi mandato. En estos últimos años se ha hablado mucho del proyecto del tranvía, pero el proyecto del metro es una realidad desde hace ya dos décadas. Es cierto que sólo cuenta con una línea a la UIB, si bien se ha hablado de continuarlo hasta el ParcBit.

¿Esas iniciativas deben complementarse con nuevas actuaciones en las barriadas?

Efectivamente. Como le comenté hace un momento, no sólo son necesarios los grandes proyectos, pues también configuran Palma los pequeños proyectos territorializados por barriadas, que respetan su propia personalidad y que configuran Palma como una ciudad dinámica al servicio de los ciudadanos.

Además de alcaldesa de Palma, fue también luego consellera de Benestar Social en el Consell...

Así es, sí. Precisamente, hace poco di de nuevo las gracias a mi partido y a María Salom —que presidió el Consell entre 2011 y 2015—, porque hace doce años me permitieron poder estar además al frente del Institut Mallorquí d'Afers Socials —IMAS—.

¿Por qué siente esa gratitud?

La siento porque cuando estás en una Conselleria de Serveis Socials, es cuando tomas conciencia real de por qué decidiste en su momento optar por afiliarte a un partido político. Es verdad que he tenido también otros cargos relevantes, pero fue entonces cuando fui plenamente consciente del motivo por el que entré en política.

¿Cuál fue ese motivo?

Siempre que me preguntan por qué con 18 años entré en un partido político —UCD—, explico que era precisamente para esto, para intentar ayudar al que lo necesita y para intentar cambiar las cosas que van mal en la medida en que puedas. Es cierto que estando en la política local, insular o autonómica no se pueden hacer quizás a veces grandes cambios, a diferencia de lo que ocurre en la política nacional, pero al menos hay que intentarlo. Y yo siempre lo intento.

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